Browsing by Author "Zarabia Alveal, Joel"
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Preprint Aproximación a la evolución del plan de estudios medieval en el de animae exsilio et patria de honorio agustodunense(Universidad Católica de la Santísima Concepción, 2018-04-19) Zarabia Alveal, Joel; de Toro Vial, José MiguelLa llamada Edad Media1 formó un complejo y muy variado periodo en formas de desarrollo que son de suma importancia para la historia humana. Dentro de sus aproximadamente mil años de historia encontramos una gran variedad de contrastes que van geográficamente desde el norte al Mediterráneo y desde Oriente a Occidente. La Edad Media incluyó una gran variedad de pueblos, instituciones y tipos de cultura, que enseña muchos de los procesos del desarrollo histórico y que contiene los orígenes de muchas etapas de lo que es la civilización moderna. A pesar de todo esto, la Edad Media todavía es vista por algunos como un periodo uniforme, estático y de poco progreso. Durante el periodo central de la Edad Media, desde el año 800 hasta el año 1300 aproximadamente, se distinguieron grandes fenómenos como el feudalismo, el mundo clerical y la escolástica. También encontramos un desarrollo desigual en toda Europa, con grandes cambios de tipo económico y social, además de un desarrollo intelectual con los clásicos latinos y la extensión del conocimiento mediante la recuperación o incorporación del saber antiguo. En muchos aspectos, las diferencias entre la Europa del año 800 y la del año 1300 fueron mayores que sus semejanzas.2 El resurgir de la cultura grecolatina, la ciencia y el pensamiento que se dio entre los siglosn XV y XVI llevaron a olvidar que la renovación intelectual y de los saberes en la Europa cristiana y su composición como moderna no se comenzó a gestar en los siglos mencionados, si no desde mucho antes, en el siglo XII. Es a partir de este siglo que Europa dejó atrás el rezago intelectual ya que, en un inicio fueron los árabes y no los cristianos quienes tomaron la ciencia helénica y la continuaron. El mundo musulmán, de España a Afganistán, fue el escenario de una intensa actividad intelectual, la cual se hizo notoria no solo en la filosofía, sino también en las matemáticas, la astronomía y la medicina Las causas de tal diferencia fueron más bien materiales que espirituales y se deben al atraso económico y social de la rudimentaria cultura agraria de la Europa Occidental en comparación a la rica civilización urbana del mundo musulmán. La cultura musulmana entró en directa relación con el helenismo y fue capaz de sacar provecho del tesoro literario griego. Los pueblos occidentales fueron dependientes de la cultura latina, y solo obtuvieron un contacto indirecto y de segunda mano con la tradición helénica. Si bien la cultura latina se nutrió de la literatura clásica griega, no asimiló plenamente la tradición científica griega.3 La cultura latina se interesó principalmente por las cosas prácticas: la agricultura, la arquitectura, el arte de la guerra, la política, el derecho y la moral. Si se busca en la literatura latina clásica obras científicas o de carácter filosófico, no se encuentran obras de gran relieve.4 Por consiguiente, mientras los árabes pudieron aprovechar la riqueza de Aristóteles, de Tolomeo y de los primeros astrónomos y matemáticos griegos, el Occidente cristiano debió esperar hasta el siglo XI y XII para la llegada de los conocimientos perdidos del mundo helénico por la transición del mundo romano hacia la cristiandad medieval. En este contexto, y en medio de las prósperas ciudades europeas de los siglos XI y XII es que se gestó la aparición de una nueva figura en el Occidente europeo: el intelectual. Este intelectual nació con las ciudades, como un hombre de oficio que se instaló en las ciudades en las que se impone la división del trabajo. Así, los clérigos pudieron transformarse en profesores, sabios o escritores, pero un hombre cuyo oficio es escribir o enseñar, que es profesor y sabio, es un hombre que solo aparece en las ciudades. El intelectual del siglo XII es un profesional, sus materiales son los textos de los antiguos y su principal técnica es la imitación de los antiguos maestros. Los intelectuales preferían a los autores clásicos, ya que para ellos los antiguos maestros y sus obras eran ante todo científicas, escritas por hombres de ciencia y apropiadas como objeto de enseñanza, siendo así los antiguos eran utilizados para ir más lejos. El intelectual urbano del siglo XII se consideraba así mismo como un artesano, como un hombre de oficio comparable a los otros de la ciudad, pero con una función especial: el estudio y la enseñanza. El intelectual tenía conciencia de la profesión que debía asumir, por esto creía que la ciencia ya no debía ser atesorada sino puesta en circulación, es por esto que las escuelas son verdaderos talleres de los cuales salen ideas como mercancías.6 Uno de los escritores más prolíficos que dejó el siglo XII fue Honorio Agustodunense, cuyo trabajo lo componen alrededor de 40 obras sobre diversas materias y quien, por algún motivo desconocido, decidió ocultar su identidad, permaneciendo en el anonimato hasta el día de hoy. En su tratado De animae exsilio et patria, Honorio presenta un modelo de plan de estudios que a su juicio deben ser enseñados para alcanzar la sabiduría y utiliza la metáfora del paso desde la ignorancia, o región de las tinieblas, hacia la sabiduría, o región de la luz, que es la verdadera patria del hombre. Para este viaje, el hombre debe pasar por diez ciudades en las que se representan las antiguas artes liberales, además de tres añadidas; la primera es la Gramática, la segunda es la Retórica, la tercera la Dialéctica, la cuarta es la Aritmética, en quinto lugar la Música, en el sexto la Geometría, la séptima es la Astronomía, la octava la Física (referida a la medicina), en noveno lugar la Mecánica (referido a todas las artes que se ejercen con las manos) y la décima es la Económica (referida a la política en su sentido de administración).7 El principal objetivo de este seminario de investigación es analizar la novedad que hay presente en el plan de estudios que propone Honorio Agustodunense en su De animae exsilio et patria y como este se relaciona con las teorías sobre su vida y el siglo XII europeo. Para esto se analizará el De animae exsilio et patria, contrastándolo con textos que proporcionan otros planes de estudios elaborados por autores anteriores a Honorio. Nos referimos específicamente a la obra De institutiones saecularium litterarum de Casiodoro y el De clericorum institutione de Rábano Mauro. De acuerdo con la idea ya manifestada, la investigación plantea las siguientes hipótesis de trabajo: 1) Honorio Agustodunense representó en cierta medida la transición desde el antiguo erudito monacal, que se formó bajo el alero de las antiguas escuelas monacales, hacia el nuevo intelectual urbano, que se formó en las escuelas urbanas surgidas durante los siglos XI y XII, al incluir tanto los saberes que se desarrollaban en los antiguos monasterios como los que se necesitaban en las nacientes ciudades. Y 2) el trabajo de Honorio Agustodunense responde a su visión de cómo se debían formar las personas para alcanzar la sabiduría, y si bien es cierto que recibe influencias de autores anteriores, la novedad en su plan de estudios radica en que actualiza las disciplinas clásicas al incluir nuevos conocimientos, obras e instrumentos que habían llegado durante el siglo XII a Europa. Por ello, se plantean los objetivos secundarios que orientan el trabajo investigativo. Como objetivo inicial se analizarán las distintas teorías en torno a la vida de Honorio Agustodunense, concentrándose en su recorrido por Europa, además del contexto histórico y sus líneas de pensamiento. En segundo lugar, se examinará el De animae exsilio et patria y su relación con las artes liberales vistas desde un recorrido histórico. En tercer lugar, se analizará la influencia que puede haber en el De animae exsilio et patria de trabajos de autores anteriores a él como Casiodoro y Rábano Mauro. Los objetivos planteados servirán de guía para conformar los capítulos en los que se divide esta investigación. El primer capítulo es de carácter introductorio y se centrará en reconstruir y caracterizar, en base a la bibliografía disponible, la vida y obra de Honorio Agustodunense, además de describir el contexto en el que está inserto: el siglo XII europeo. El segundo capítulo se centrará en el De animae exsilio et patria, acompañado de una síntesis de los mayores influencias que incidieron en la evolución de las artes liberales. El tercer capítulo se centrará en la caracterización de cada autor seleccionado y sus obras con el fin de generar un panorama general de los planes de estudio a trabajar en esta investigación. El cuarto capítulo contiene el análisis con diversas tablas para comparar los planes de estudio que componen este trabajo y así poder determinar en primer lugar, las influencias y en segundo lugar la novedad que significó el trabajo realizado en el De animae exsilio et patria. Cabe señalar algunos aspectos formales de esta investigación. Primero que la versión del De animae exsilio et patria a ocupada es la traducida por Cesar Raña Dafonte y publicada en la Revista Española de Filosofía Medieval el año 2010. La versión del Institutiones Saecularium Litterarum de Casiodoro ocupada es la traducida por Mari Cruz Ramos Torres y publicada por la editorial La hoja del monte en el año 2009. La versión del De clericorum institutione de Rabano Mauro es la disponible en Patrologia Latina en el volumen 107 con traducción propia. En segundo lugar, los textos principales de este seminario de investigación son planes de estudio formulados por los autores, por lo tanto estaban destinados a ser una guía para la enseñanza, por lo que se deja a autores importantes como Boecio, Isidoro de Sevilla o Alcuino de York, que a pesar de haber escrito textos en relación a las artes liberales nunca formularon planes de estudio propiamente como tales. Además, los autores que son parte de esta investigación tienen otra característica en común, son enciclopedistas, encargados de la misión de sintetizar y clasificar el conocimiento humano disponible para su época.Thesis Una aproximación a la reflexión crítica de los educadores en la escuela G-806 “Las Dunas” de Pangue sobre el Programa de Educación Intercultural Bilingüe(Universidad Católica de la Santísima Concepción, 2017-12-15) Neculqueo Pinto, Gonzalo; Cuvili Constant, Francisco; Reyes Arenas, Diego; Zarabia Alveal, Joel; Cisternas Fierro, IrsaEl contacto del pueblo Mapuche con el mundo occidental se ha efectuado de manera prolongada y sus relaciones sociales han sido de una tensión constante y culturalmente transformadores. Así, a partir del siglo XIX los movimientos independentistas, surgidos en Latinoamérica luego de la crisis Monárquica Española de 1808, buscan establecer un nuevo orden político-administrativo basado en un Estado-nación que tuviera una raíz cultural y étnica homogénea. Por esta razón, al indígena, a diferencia del periodo inicial donde se utilizó la imagen épica del siglo XVI para diferenciarse del legado español, a mediados del siglo XIX se le excluye del proyecto nacional (Pinto, 2003). Con la creación de la provincia de Arauco en 1852, el Estado de Chile resuelve un problema esencial para sus intereses fronterizos: el de la legitimidad jurídica para establecer acción. Desde entonces, la colonización de la Araucanía se formula a través de varios mecanismos como la ocupación y expropiación de tierras, la burocracia estatal, el ejército, las ciudades y caminos, y principalmente la educación. Así, en primer lugar, la ocupación siempre se mostró como un acto legítimo de toma de posesión de un territorio que formaba parte de Chile. En segundo lugar, la ocupación debía ir acompañada de un proceso de expropiación de tierras que permitiera al Estado colocar este territorio bajo el ámbito de sus intereses, ya que si no se expropiaba, no se intervenía la propiedad indígena. Era imposible hacer producir la tierra como se quería en el gobierno central. Traer colonos, tanto extranjeros como nacionales, fue un paso importante ya que con esto se buscaba introducir la racionalidad y la modernidad para reemplazar la barbarie que se le atribuía al mapuche. De esta forma, los nuevos propietarios se encargarían de hacer funcionar la Araucanía según los intereses del Estado. El proyecto modernizador de carácter liberal que se implementó Chile, debía contar con una particularidad; el orden social. Para conseguir este objetivo, las elites dirigentes recogiendo la herencia inmaterial del mundo hispánico, implantaron nuevos modos de comportamiento para la población, acordes al rumbo que habían decidido para el país. Para esto era necesario encausar las conductas de los sujetos a través del poder disciplinario, ya no bastaba con castigar al transgresor (Foucault, 2002). Para encausar a la población se ocuparon dos modos de control social: uno ligado a las prácticas punitivas de castigo directo al infractor (control jurídico-penal del Estado) y otro vinculado a la “violencia simbólica”, donde los grupos dominantes intentan imponer sus postulados y sus normas al resto de la sociedad civil mediante diversos medios, como la escuela, los tribunales o la prensa escrita. El propósito de este diseño de control social es transformar no sólo el comportamiento sino también los valores del grupo social subordinado, llegando a considerar las normativas emanadas desde el Estado como propias. Así durante el siglo XIX, la doble modalidad de control social fue ejercida progresivamente por la policía, ya que por una parte mantuvo su rol coercitivo y por otro asumió un rol formativo (Rojas, 2011). Mientras tanto en el territorio mapuche, wallmapu, a partir de 1895 se crea un nuevo cuerpo de vigilancia llamado “Jendarmes de las Colonias” confiado al capitán Hernán Trizano, con el objetivo de reducir y el bandidaje en La Araucanía, pero la actuación de este nuevo cuerpo de policía se vio dificultado por las precariedades endémicas del sistema policial y carcelario; la falta de presupuestos que desincentivaba el ingreso de policías y la poca profesionalidad de quienes integraban estos cuerpos de policías. Por ende, los problemas de seguridad minaban el desarrollo que fue asumido por el Estado para la zona, ya que cualquier situación de inestabilidad social atentaba con dicho proyecto que buscó bajo toda lógica racionalizar al mundo Mapuche (Rojas, 2015).Hacia 1883 la anexión de la Araucanía fue concretada mediantes acciones drásticas, el poder de los cañones, y las políticas modernizadoras de los colonizadores se intensifican. Sin embargo, a partir de 1930 los mapuche comienzan a recibir cierta protección legal, a través de leyes y decretos. No obstante, estas iniciativas se hicieron desde una lógica asistencialista y asimilacioncita, hecho que ha repercutido en una desigualdad socio-economía, política y desarrollo cultural. Pues el Estado no consideró a los mapuche como un pueblo distinto, con una cultura propia y diferente, por el contrario buscó sobreponer un aparataje estatal colonialista. Por ello, cuando en los años noventa se comienza a formular una serie de propuestas políticas para el mundo indígena, estas se siguen planteando desde una lógica de homogenización mapuche y de su integración forzosa a la sociedad chilena. Hacia el año 1993, como consecuencia de las demandas históricas mantenidas por los pueblos originarios de Chile, se promulga la Ley Indígena N° 19.253. Desde entonces, el Estado de Chile reconoce que lo indígenas son descendientes de agrupaciones humanas que existían en el territorio nacional desde los tiempos precolombinos, y que además, es deber de la sociedad en general y del Estado en particular, a través de sus instituciones el respetar, proteger y promover el desarrollo de los indígenas, sus culturas, familias y comunidades. Esta ley reconoce el derecho de los indígenas a manifestarse culturalmente, donde el Estado deberá promover las culturas indígenas, las que conforman parte del patrimonio de la nación chilena. En el apartado de Cultura y Educación Indígena, la ley plantea el reconocimiento, respeto y protección de las culturas indígenas por medio de distintas medidas como; el uso y conservación de los idiomas, junto al español, en las áreas de alta densidad indígena y el establecimiento en el sistema educativo nacional de una unidad programática que posibilite a los educandos acceder a un conocimiento adecuado de las culturas e idiomas indígenas y que los capacite para valorarlas positivamente (Ley N° 19.253 del año 1993). Después de la promulgación de esta ley, en 1996 el Ministerio de Educación (MINEDUC) en coordinación con la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI) crean el Programa de Educación Intercultural Bilingüe (PEIB), con el objetivo de desarrollar en las zonas de alta población indígena y en coordinación con los servicios del Estado que correspondan, un sistema de educación intercultural bilingüe a fin de preparar a los educados indígenas para desenvolverse de forma adecuada tanto en su sociedad de origen como en la sociedad global, introduciendo la enseñanza intercultural en las escuelas de alta concentración de matrícula perteneciente a los pueblos indígenas (Cañulef, 2000). Así, para el año 1996 se desarrollaron planes pilotos para los primeros años de formación de los niños y niñas. Bajos estos programas focalizados fue que la Educación Intercultural Bilingüe (EIB) continuo generando experiencias centradas en el diseño curricular y la formación de docentes, hasta el año 2000, en el que se institucionaliza como programa independiente y se comienza a construir una política de focalización y expansión paulatina a establecimientos de características similares a las de los participantes de los programas pilotos. En ese momento, las líneas generales de la política de la EIB giraron en incorporar textos bilingües que aborden la problemática desde el punto de vista pedagógico, la formación de maestros bilingües y el desarrollo de proyectos con la participación de las comunidades indígenas. Posteriormente, durante el 2001, las líneas en las que se organiza el desarrollo de la EIB se centra en dos focos que recogieron la experiencia adquirida